En la adolescencia se da un pasaje de la dependencia a la autonomía. Ese paso inevitable presenta dificultades y riesgos. El papel del adulto es afrontar, ni soportar pasivamente ni reprimir ciegamente, andamiar, sostener, pensando en todas las funciones que nos caben a los adultos como padres o profesores.
No combatir sino acompañar. En el acompañamiento hay lugar para el sujeto.
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